"El enemigo más grande de la libertad de prensa es el silencio"

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Entrevista de El País de Uruguay al presidente de la SIP, Gustavo Mohme.
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JULIO MARRA

Miércoles, 02 Mayo 2018

Mohme viene a Uruguay para participar de un homenaje a Claudio Paolillo que organiza el titular de la Cámara de Representantes, Jorge Gandini, el jueves, el Día Internacional de la Libertad de Prensa. "Existen lamentables fisuras en muchos de nuestros países, pero por suerte coexisten contrapesos políticos y sociales, inherentes a las democracias, que proveen el espacio para enfrentar las distintas violaciones a la libertad de expresión", dice Mohme.

¿En qué países de las Américas está herida la libertad de expresión y por qué?

—Las muertes de 10 trabajadores de prensa desde el inicio de este año ocurridas en Ecuador, México, Guatemala y Brasil, así como los cientos de asesinatos impunes contra periodistas en numerosos países del hemisferio, son una gran herida que tenemos que sanar y una prioridad institucional. Más allá de la violencia perpetrada por grupos ilícitos como las mafias del narcotráfico, y por funcionarios corruptos, dos países, Cuba y Venezuela, emergen como regímenes que sistemáticamente violan los derechos humanos, entre ellos, las libertades de prensa y expresión.

—¿Y cuál es el caso más dra-mático?

—Cuba. Desde 1959 no existe la libertad para expresarse en forma independiente. Hubo esperanza de cambio cuando el gobierno de Barack Obama reanudó relaciones diplomáticas con Raúl Castro, pero to-do terminó en un espejismo. Hoy todo es igual o peor que antes, y la represión se incrementó. A los periodistas independientes se les ataca, espía y amenaza. Son detenidos por cualquier razón y sometidos a largos interrogatorios. Se les allanan sus casas, intervienen todo tipo de comunicación (telefónica, correos electrónicos, redes sociales), se intimida a sus familiares y se les prohíbe salir del país y circular dentro de su país.

—Y después pone a Venezuela

—En Venezuela, bajo un manto de legalidad se aprueban leyes y decretos que justifican la represión. La ley "mordaza" (Ley de Responsabilidad Social en Radio, Televisión y Medios Electrónicos), la reciente "Ley Contra el Odio" que impone hasta 20 años de prisión por "incitación al odio", un delito que se le podría imputar a quienes participen en protestas o difundan opiniones contrarias en redes sociales. A los medios impresos se le imposibilita adquirir papel prensa y algunos periódicos han dejado de imprimir debido al monopolio de la distribución del insumo a manos de una compañía estatal. Son muchas las denuncias de amenazas, agresiones físicas y detenciones arbitrarias. Varias cadenas internacionales de televisión han sido prohibidas y los ataques contra medios y periodistas no se investigan ni son resueltos en la justicia.

—¿Cuáles son los principales desafíos de los medios a favor de la libertad de prensa?

—La disrupción digital es un nuevo reto a la libertad de prensa que estamos enfrentando. Esta ha cambiado la forma en que se consume la información, la forma en que se promocionan los productos y, por ende, ha afectado la sostenibilidad de los medios de comunicación tradicionales. Si bien la tecnología se ha convertido en aliada de la libertad de expresión, ha democratizado la libertad, en el sentido de que cualquier persona es un medio de comunicación, también ha acarreado numerosos problemas que devienen con esa libertad o la irresponsabilidad con la que los mensajes son trasmitidos por personas o instituciones que no tienen la entereza profesional para divulgar información u opiniones.

—¿Hay límites sobre el fenómeno de las redes sociales y la libertad de expresión? ¿Es necesaria una regulación?

—Estamos abocados en incorporar a este nuevo orden nuestros principios plasmados en la Declaración de Chapultepec. Esta carta fundamental elaborada hace 24 años que guía nuestro quehacer diario debe ayudar a esclarecer realidades emergentes, como el derecho a la privacidad de los datos personales, el derecho al olvido, la protección de la niñez, la difusión de fake news, para orientar e impedir que prosperen iniciativas que busquen controlar la expresión y limiten el acceso a datos de interés público.

—¿El concepto de libertad de expresión ha mutado según los nuevos tiempos?

—Diría que hay más trabajo. La mayor apertura democrática atrajo nuevos desafíos, pero evidentemente no ha eliminado los desafíos anteriores. Los principios permanecen inalterables; me refiero a la exactitud, la rigurosidad, el chequeo de fuentes y todo lo que tiene que ver con la calidad de los contenidos. Y tampoco cambiaron las formas de búsqueda y divulgación de la información, simplemente se le agregaron otros componentes saludables para ambas cosas, ya sea a través del periodismo de datos que ayuda a la investigación, como las nuevas plataformas digitales de divulgación. Creo que ahora es mejor; los canales y plataformas de comunicación son mayores, sumándose la individualidad en su manejo. Sin embargo, el desafío ahora es la responsabilidad que se ejerza en esta nueva comunicación. Antes la responsabilidad era profesional si se quiere, de la comunidad periodística, ahora también hay que pensar que es de orden individual, de cada usuario.

—¿Dónde están los principales enemigos? ¿En la corrupción, en el narcotráfico?

—Los enemigos de la libertad de prensa los encontramos en la corrupción, el narcotráfico, en las autoridades, políticos y personalidades intolerantes. Identificar a los enemigos de la libertad de prensa con un sello específico limitaría nuestro trabajo, que tiene como norte garantizar las libertades de expresión y de prensa. El mayor enemigo, en todo caso, es el silencio.

—¿Cree que se usa la publicidad oficial como forma de coacción a la libertad de prensa?

—Sí, todavía se sigue utilizando la publicidad estatal como herramienta de presión o castigo a las líneas editoriales de los medios. En Bolivia, por ejemplo, los medios críticos son excluidos de la asignación de publicidad estatal, lo que conllevó a algunos medios a despedir periodistas de investigación por temor a perder los anuncios oficiales. En Honduras y Nicaragua la discrecionalidad en el manejo de la publicidad oficial y las restricciones a la información pública, componen también un mecanismo de censura indirecta.

—¿Cuál es su opinión a propósito de la ley de medios en Uruguay?

—Ninguna regulación es buena para la prensa porque termina afectando la libertad para actuar; siempre sostenemos que la mejor ley es la que no existe. No es algo que solicitamos como privilegio para los medios de comunicación, sino a favor del derecho del público a la información. Obviamente somos conscientes de que debe haber un marco de orden y administración pública para proteger, ofrecer y conceder los espacios a los medios electrónicos con criterio de equidad, competencias y evitar los abusos de poder que puede ejer-cer toda institución en democracia.

—Su comparecencia en Montevideo está asociada a un homenaje a la figura de Claudio Paolillo. ¿Cuál es la significación de su itinerario periodístico y personal?

—Tuve el honor de trabajar junto a Claudio durante un año entre 2014 y 2015, época de mi primera presidencia y le pedí que se hiciera cargo de la Comisión de Libertad de Prensa e Información. Quedé impresionado por su compromiso y capacidad de análisis sobre los temas de libertad de prensa. Claudio tenía el temperamento, la entrega, la inteligencia y la pasión para bregar con estos temas y ganas de aprender sobre cualquier nuevo reto. Lo extrañamos. Hacen falta más personas como él. Estar en Uruguay junto a su esposa, sus hijos, sus colegas y amigos, sus lectores, representa un alto honor para mí en lo personal y en lo institucional. Hemos realizado nuestros homenajes en la intimidad de nuestra institución y queríamos aprovechar este 3 de mayo, el Día Mundial de la Libertad de Prensa, para estar honrándolo en su propia tierra. Decidimos despedirnos así de nuestro querido compañero de lucha.

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