30 abril 2024
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La ceremonia se realizó en la Tercera Bienal de Periodismo el 26 de abril, en Mérida.
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Miami (30 de abril de 2024) - El Foro Nacional de Periodistas y Comunicadores de México entregó al ex director ejecutivo de la SIP, Ricardo Trotti, un reconocimiento a su destacada trayectoria profesional por la defensa y promoción de la libertad de prensa.

La ceremonia se realizó en la Tercera Bienal de Periodismo en Mérida, México, el 26 de abril. Trotti ofreció una conferencia sobre la responsabilidad individual de los periodistas para incentivar la libertad de prensa como pilar fundamental de la democracia.

A continuación, el discurso de Ricardo Trotti:

Es verdad que la libertad de prensa es un pilar fundamental para la democracia. Todos lo sabemos. Sin embargo, no debemos pensar que esa libertad es un contrato y disputa entre gobiernos y asociaciones dedicadas a la defensa de ese derecho. Los periodistas tenemos una responsabilidad individual para que la libertad de prensa prospere.

Antes de construir sobre esa responsabilidad individual, me permito deconstruir la realidad.

La libertad de prensa también existe en dictaduras, como las de Cuba, Nicaragua o Venezuela, donde los periodistas independientes abren espacios de libertad pese a la represión.

Tampoco las democracias son la panacea. Los periodistas también son atacados, asesinados, maltratados, perseguidos y demandados.

Es porque la democracia y la libertad de prensa no son verdades absolutas, sino más bien, son como el concepto de la felicidad. Nadie es feliz a partir de un día determinado. Como la felicidad, la libertad se debe construir días tras día. Es un proceso en constante evolución. Es un viaje, no un destino.

Veamos algunos ejemplos:

En 2002, México fue pionero en América Latina al implementar una ley de Acceso a la Información Pública y Transparencia. Veintidós años después, aún no hemos logrado el sueño de un gobierno transparente.

En 2012, México creó un sistema de protección para periodistas y antes una reforma constitucional permitió que los crímenes contra periodistas sea un delito federal. Más de una década después, no tenemos grandes avances. El sistema de protección es ineficiente, carece de presupuesto, fiscales adecuados y voluntad política. La herramienta está lejos de prevenir crímenes y reducir la impunidad.

En todas las democracias, los periodistas seguimos enfrentando a la violencia del crimen organizado, a veces con la complicidad del Estado. Pasó en Colombia, ahora en México y los tentáculos están ya atrapando a Argentina, Brasil y Ecuador y otros países.

Los líderes prefieren sus redes sociales a las entrevistas y conferencias de prensa. La comunicación directa se ha convertido en otro canal de propaganda. Y también los líderes aprovechan esas herramientas para estigmatizar a la prensa, como sucede en las mañaneras de López Obrador, y en gobiernos de todas las ideologías, desde el de Petro al de Milei o Bukele.

Es cierto que las redes sociales "democratizaron" la conversación pública, pero se han convertido en cloacas donde prima el discurso de odio y la difamación, así como las mentiras y su peor degradación, la desinformación, esas mentiras propagadas con la intención de engañar y convencer que se viralizan a través de trolles, bots y cuentas falsas.

Los periodistas también somos víctimas del fuego cruzado en protestas sociales. Nos pegan los manifestantes y los policías por igual, como ocurre en Chile, Colombia, EE.UU. o Haití.

Peor aún, somos víctimas del fuego que debería ser amigo, el de la justicia, muchas veces obediente al sector político. Los funcionarios que deberían estar en la cárcel por corrupción logran silenciar las denuncias con demandas que amenazan a los periodistas con la cárcel como en Perú, o con indemnizaciones millonarias como en Brasil y Panamá, donde un periodista que gana 700 dólares por mes es condenado a pagar 2 millones.

Estos ejemplos ilustran que la democracia no garantiza la libertad de prensa. Sin embargo, es el mejor sistema ya que permite que exista la libertad y que la podamos fortalecer día a día.

Además de estas amenazas externas, existen otras, las autoinfligidas.

La crisis de contenido es una mancha oscura en nuestra profesión. La verdad y la precisión, antes pilares del periodismo, ahora se ven eclipsadas por la obsesión por el SEO y las métricas de visibilidad. La creatividad y la narrativa fueron sacrificadas en el altar de las modas y tendencias pasajeras. En un mundo saturado de sobreinformación, los contenidos periodísticos perdieron relevancia, distanciándose de la importancia que habían recobrado durante la pandemia.

La desorientación de los modelos de negocio es palpable. Los medios, despojados de la publicidad por las plataformas digitales, luchan por sobrevivir. Las suscripciones sin contenido de calidad son como buscar agua en el desierto. Los laboratorios de ideas e innovación son escasos, los medios perdieron la práctica de experimentar y han expulsado a los periodistas, los únicos que podrían garantizar la creación de contenidos de calidad.

Los desiertos informativos siguen expandiéndose sin control. Dejan a su paso un vacío de periodismo local. Sin el perro guardián que vigile, la corrupción y las violaciones a los derechos humanos florecen, mientras el compromiso de la comunidad se marchita, como resaltan varios estudios académicos sobre el tema.

Las plataformas digitales no están exentas de culpa. Se resisten a reconocer cómo sus modelos han dañado el ecosistema informativo y evitan compensar a los medios por los contenidos que explotan para su propio beneficio económico.

Frente a este panorama, los medios y periodistas nos enfrentamos a un dilema existencial. ¿Seremos relegados al olvido como los Blockbusters del pasado? ¿Seremos reemplazados por los robots y las máquinas de la IA? O, tal vez, ¿resurgiremos como el ave Fénix, como el cine y la música lo hicieron con Netflix y Spotify? La respuesta está en el futuro.

Lamentarnos o actuar

Tenemos dos caminos si realmente creemos que la democracia será más robusta con una prensa libre e independiente: lamentarnos o actuar con decisión y proactividad.

¿Quiénes tienen la responsabilidad de actuar con proactividad?: todos.

Los gobiernos tienen la responsabilidad de cuidar y garantizar un ecosistema saludable donde fluya la información, así sea en materia de transparencia pública como de incentivar la creación y mantenimiento de medios. Pueden explorar, como ocurre en países europeos, asistir a los medios locales con apoyo económico, así sea con créditos fiscales, como ocurre en Nueva York, para contratar periodistas, o créditos blandos para apoyar la transformación digital.

Las plataformas digitales deben reconocer que parte de su tráfico se debe a que son el vehículo de los contenidos confiables creados por los medios que sus audiencias buscan y sobre la que basan parte de sus estrategias de publicidad. Es justo que las plataformas, incluidas los desarrolladores de Inteligencia Artificial, compensen económicamente a los medios por la propiedad intelectual que absorben de los creadores de contenidos.

Los medios de comunicación deben resistir esta tormenta y volver a sus raíces, cuando lideraban la agenda pública. Deben buscar nuevas formas de ingresos, contratar más periodistas y ofrecer salarios dignos que alimenten su crecimiento. Es esencial que construyan relevancia y valor agregado para retener sus audiencias y atraer nuevas.

Y los periodistas también deben asumir responsabilidades individuales, ante su trabajo y a favor de la libertad de prensa.

Quiero presentarles ahora varias herramientas para asumir esa responsabilidad:

1) Mística:

Hace más de tres décadas escribí el libro "La Dolorosa Libertad de Prensa: en búsqueda de la ética perdida", y sigo sosteniendo que el grave problema de los periodistas es no reflexionar sobre Periodismo. El trabajo nos hizo perder la mística de la reflexión, la autocrítica y el cuestionamiento sobre por qué y cómo nos manejamos en nuestra profesión.

En la reflexión y el diálogo con nuestros colegas y en las salas de Redacción es donde encontramos y descubrimos nuestra misión y nuestra razón de ser, donde buscamos conectar mejor con la audiencia y ganarnos su confianza.

En mi época de editor de un medio, todas las mañanas, antes de comenzar a dibujar la agenda de trabajo, obligaba a los periodistas a internalizar un diálogo sobre periodismo, un ejercicio que muchos de mis ex colegas recuerdan todavía hoy como "muy inspirador".

2) Creatividad:

La creatividad trasciende la mera producción; es un proceso introspectivo que nos vincula con nuestro interior, con la verdad y la libertad y con quienes nos escuchan. Es el arte de nutrir la mente, como el jardinero que cuida su jardín, ya sea a través de la escritura personal, la exploración de nuevas formas narrativas o actualizarnos sobre las nuevas tendencias.

Más allá de narrativas periodísticas, nos debemos adueñar de las herramientas de la literatura de ficción, para tejer relatos que resuenen, que evoquen imágenes y sensaciones.

La creatividad es el arma contra los bloqueos mentales, sean prejuicios, estereotipos o temores. Sirve para trabajar en contra de nuestros sesgos de confirmación cuando queremos que nuestras fuentes convaliden nuestras opiniones; o sesgo de grupo cuando desestimamos las opiniones que no se asemejan a las nuestras, o de sensacionalismo, cuando exageramos o distorsionamos la realidad.

La creatividad nos impulsa a superar la autocensura y el miedo al fracaso o a lo desconocido. Es la chispa que aviva nuestra pasión por el periodismo y fomenta nuestro crecimiento tanto personal como profesional.

3) Descubrir:

Descubrir es el alma de nuestra labor, la razón de ser. En el periodismo, somos más que meros narradores de eventos; somos exploradores de la realidad. Nuestra misión va más allá de reportar: es desvelar lo oculto. Como arqueólogos, cavamos en busca de la verdad, esa "pepita de oro" que muchos quisieran mantener enterrada.

No nos limitamos a los comunicados oficiales; los usamos como punto de partida para indagar más allá. Con el Periodismo de Datos, podemos rastrear patrones en los gastos gubernamentales o las rutas del avión presidencial, siempre preguntando el porqué.

La diversidad de fuentes enriquece nuestras historias, es buscar lo que se esconde detrás de lo evidente, los intereses en juego y el impacto en la sociedad.

Descubrir es rescatar relatos olvidados, a dar voz a los que fueron silenciados. La IA es una aliada en esta búsqueda, no para contar lo obvio, sino para desentrañar las historias que la prensa omite. El por qué es la clave de cualquier descubrimiento.

4) Solidaridad y colaboración:

La solidaridad y la colaboración son partes de un rompecabezas. Cada pieza individual carece de carácter, pero cuando se ensamblan forman una imagen completa y hermosa.

La solidaridad no es una palmada en la espalda, sino la alianza entre colegas y medios para enfrentar adversidades. Son el baluarte contra la censura, la represión y los ataques. Se debe manifestar en acciones concretas como la creación en un medio de protocolos de seguridad o impulsar a los legisladores a que creen políticas públicas de protección.

La colaboración es la fusión de esfuerzos y recursos en investigaciones que superan límites geográficos. Casos como el Fifagate, los Panama Papers o los documentos de Odebrecht. En México, un buen ejemplo es el proyecto "Fragmentos de la Desaparición" de Quinto Elemento Lab, conducido por Marcela Turati. Está demostrado que estas alianzas permiten descubrir verdades que, de otro modo, podrían permanecer ocultas y que permiten al Periodismo tener una fuerza transformadora.

5) Marca Personal:

La marca personal es la construcción de nuestro legado, nuestra huella y tarjeta de presentación. Es la suma de nuestras habilidades, experiencias y valores que nos hacen relevantes, únicos y valiosos en nuestra profesión.

Como dice el consultor mexicano Homero Hinojosa, nuestra marca es el capital profesional que construimos y llevamos a cuestas en nuestra carrera. Es la calidad y excelencia que prometemos, forjada en la constancia de nuestro trabajo, desde notas breves hasta investigaciones profundas. Es la confianza que cultivamos con nuestra audiencia, el compromiso de superarnos continuamente.

Nos impulsa a definir nuestra propia ruta, a crear agenda, explorar temas que despiertan nuestra pasión y profundizar en áreas como la política, el medio ambiente, la IA o la salud. Nos da la libertad para ser reporteros, fotógrafos, columnistas, freelancers o influencers especializados.

Periodistas como Carmen Aristegui y Alejandra Xanic son faros de inspiración, ejemplifican cómo una marca personal fuerte puede iluminar y guiar en este ecosistema.

6) Éxito cualitativo:

En nuestra misión debemos elegir entre el éxito cualitativo y el éxito cuantitativo. El cualitativo depende de nuestras raíces, de la profundidad y el impacto de nuestro trabajo.

No se mide por la cantidad de clics, sino por el alcance real y el cambio que generamos. Un reportaje sobre reformas judiciales puede no ser popular, pero si impulsa leyes y crea conciencia pública, es un triunfo.

Los temas de moda pueden ser atractivos, pero el periodismo de calidad se enfoca en asuntos sustanciales, como los efectos del cambio climático en comunidades indígenas que, aunque no captan masas, son cruciales para los afectados.

El compromiso con la calidad y la excelencia se refleja en trabajos precisos, bien investigados y éticamente sólidos, que incluyen voces marginadas. No buscamos complacer a las mayorías, que a veces detestan las democracias, sino construir a favor de las democracias con contenidos de relevancia para crear conversación pública.

El verdadero éxito nos reta a fomentar el diálogo público, a inspirar y contribuir a una sociedad más consciente y justa.

7) Innovación y adaptación:

Son el motor y el timón en la navegación del periodismo moderno. En un mundo saturado de información, no somos los únicos creadores de noticias. Los ciudadanos, equipados con tecnología móvil y plataformas digitales, son actores clave en la difusión de eventos. Lejos de ser una amenaza, son aliados valiosos que enriquecen nuestra labor.

La inteligencia artificial es una vela que nos impulsa hacia adelante, no un ancla que nos retiene. Nos libera de tiempo para investigar, analizar datos masivos y descubrir patrones y narrativas emergentes. Un algoritmo de IA que analice las redes sociales puede anticiparnos un movimiento social, como si se tratar de una nueva Primavera Árabe.

En épocas de desinformación, la Web 3.0 nos abre puertas hacia la autenticidad y la libertad de expresión con su descentralización. La tecnología blockchain ofrece herramientas para verificar fuentes y crear contenidos inmunes a la censura.

La adaptación es nuestra brújula, guiándonos a través de las corrientes cambiantes de la era digital. Nos desafía a ser flexibles, a abrazar las nuevas tecnologías y a transformarlas en oportunidades para un periodismo más ágil y conectado con la sociedad, en especial cuando en poco tiempo pasaremos de la IA Generativa a la IA General la que incentivará una nueva visión sobre nuestras tareas y responsabilidades.

8) Aprendizaje Continuo:

El aprendizaje continuo es el oxígeno del periodismo; sin él, nos asfixiamos. Hay que aprovechar el campus digital, es vasto y lleno de conocimiento accesible y gratuito.

Debemos buscar mentores y abrazar la cultura de las mentorías, donde la sabiduría de los experimentados se fusiona con la energía y conocimientos tecnológicos de los más jóvenes. Asistir a eventos y seminarios, incluso aquellos ajenos al periodismo, porque son una mina para explotar historias de todo tipo.

Integrarse en redes profesionales y asociaciones defensoras de la libertad de prensa y el Periodismo va más allá del aprendizaje; es un acto de solidaridad y colaboración. Comprender a nuestra audiencia es fundamental; sus hábitos y la retroalimentación son la brújula que guía la creación de contenidos significativos.

El periodista del futuro es y será un eterno estudiante, siempre curioso, siempre evolucionando. Es nuestra responsabilidad mantenernos al día, no solo para informar, sino para inspirar y conectar con un público cada vez más exigente.

Quiero terminar con una reflexión:

En el jardín del periodismo y de la libertad de prensa, cada uno de nosotros, periodistas, académicos, editores, propietarios de medios, creadores de contenido, gobernantes y empresas de tecnología, somos vitales y tenemos una gran responsabilidad.

Sin embargo, una relevancia sustancial depende de la responsabilidad individual de los periodistas para crear contenidos de calidad, el verdadero oxígeno para que el ecosistema funcione fuerte y saludable.

Sin periodismo de calidad el Periodismo, la libertad de prensa y la democracia corren serios riesgos.

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