Trinidad y Tobago
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El trabajo de los medios de comunicación se ha desarrollado en un clima marcado mayormente por la ausencia de violaciones flagrantes a la libertad de prensa. En comparación con sus predecesores, el gobierno que asumió el cargo hace apenas un año no ha sido más ni menos explícito y colaborador en el suministro de información.
Permanece la práctica, que se remonta a 2002, de celebrar reuniones semanales de información del gabinete con medios de comunicación, donde asisten las principales figuras de la administración. El ministro de Comunicaciones dejó de desempeñar un papel personal en dichos encuentros, sin explicación al respecto. El entusiasmo inicial por la revisión y consulta sobre el futuro de los medios de propiedad estatal aún tiene que dar lugar a cambios más notables que la simple destitución de los funcionarios designados por el gobierno anterior.
La legislación sobre "denunciantes", que podría significar un potencial avance para el periodismo de investigación, fue una promesa del gobierno en sus inicios. Sin embargo, hay poco que mostrar hasta el momento. Tampoco existe ninguna mejora en la disposición de los funcionarios a responder favorablemente a las solicitudes basadas en la libertad de información, dejando a los individuos de interés especial a que prosigan litigios en corte.
La proliferación de redes sociales, que disfrutan de una libertad sin restricciones en comparación con los medios de comunicación, ha complicado las condiciones para la libre expresión. Con total impunidad, los "bloggers" y "trolls" apuntan a los medios como instituciones y a los empleados de los medios como individuos.
Además, dado que esas redes sociales, por definición, no defienden estándares de rigor periodístico, se establece un ejemplo negativo, sobre todo para las fuentes, de conformidad con el cual los medios convencionales están en peligro de ser cuestionados por el público. Como se temía en Estados Unidos, es probable que los excesos de las redes sociales provoquen represalias legales, e incluso legislativas, que bien podrían debilitar la protección tradicional para la libre expresión.
En un hecho inusitado, el presidente de la República de Trinidad y Tobago aprovechó una alocución a la nación para fustigar a medios de comunicación que no identificó. Presentó un contraste desfavorable entre la actuación de la prensa actual y la de tiempos pasados. Utilizando palabras como "sensacionalismo", "obscenidad" y "periodismo de sillón", el Presidente dirigió comentarios mordaces a "ciertos periodistas". Como la Asociación de Medios respondió fuertemente, el jefe de Estado, que ejerce poca autoridad ejecutiva, devino una figura de rara controversia.
En un giro sorprendente, el primer ministro, en un libro de memorias recién publicado, relató un controvertido episodio que implica a una periodista de investigación que visitó su casa cuando aún era líder de la oposición. La periodista, quien en aquel momento afirmó haber sido perturbada por aproximaciones del futuro primer ministro, renunció a su cargo en el periódico.
Todo esto se informó por la prensa, incluidos los comentarios críticos de la periodista. Sin embargo, en sus memorias, más de un año después, el premier acusó a la experiodista y al diario de participar en una conspiración de la oposición para desacreditarlo.
El empeoramiento de las condiciones económicas, provocado por la constante disminución de los ingresos derivados de la energía, ha puesto en peligro a aquellos medios de comunicación dependientes de la publicidad. Una vez que el gobierno ha sido líder anunciante, la reducción del gasto en esta área causa efectos negativos en los medios. Por otra parte, las dificultades en el flujo de caja de las agencias estatales han dado lugar a acumulaciones de cuentas por cobrar, que amenazan la viabilidad financiera de las organizaciones de noticias. Se teme que la dependencia de la publicidad oficial pueda también permitir que el gobierno favorezca a ciertas empresas de medios.