81ª Asamblea General de la SIP
81ª Asamblea General de la SIP
Punta Cana, República Dominicana
19 de octubre de 2025
Por primera vez en la historia moderna de los Estados Unidos, la libertad de prensa y la libertad de expresión están siendo atacadas desde los más altos niveles del gobierno.
El presidente de los Estados Unidos ha desatado una serie de demandas contra algunas de las principales empresas mediáticas del país: acuerdos extrajudiciales multimillonarios con CBS/Paramount y ABC/Disney; una demanda por difamación de 15 mil millones de dólares contra The New York Times; y otra de 10 mil millones presentada contra The Wall Street Journal — todos casos que la SIP ya ha condenado.
Además, el presidente ha pedido abiertamente retirar las licencias a las cadenas de televisión cuya cobertura considere “negativa”, alegando que actúan como “un brazo del Partido Demócrata”. Declaraciones como estas evocan una retórica autoritaria más comúnmente asociada a los regímenes que la SIP ha denunciado durante décadas en otras partes del hemisferio.
El presidente de la Comisión Federal de Comunicaciones (FCC por sus siglas en inglés) ha reforzado este debate al señalar que los medios de radiodifusión tienen “una obligación única de operar en interés público” y lamentar que la FCC se haya alejado de hacer cumplir este principio. Esto ha generado preocupación sobre cómo los poderes regulatorios podrían ser utilizados —o abusados— en contra de los medios críticos.
Estas acciones ocurren en un clima más amplio de hostilidad, donde el presidente de los Estados Unidos y otros altos funcionarios del gobierno han desacreditado repetidamente a la prensa, calificando a los periodistas como “enemigos del pueblo”, desacreditando el periodismo crítico como “noticias falsas” y fomentando un ambiente peligroso para el discurso democrático protegido constitucionalmente.
Este es un terreno desconocido para los medios estadounidenses. Amparados indiscutiblemente por la Primera Enmienda de la Constitución de los Estados Unidos —durante mucho tiempo considerada un faro de la libertad de prensa— los medios de ese país enfrentan hoy desafíos que recuerdan las estrategias autoritarias que tan bien conocemos en América Latina.
Para los miembros de la SIP en todo el hemisferio —muchos de los cuales han vivido bajo regímenes que usaron la ley como arma, manipularon a los reguladores y demonizaron a la prensa— este momento en los Estados Unidos resulta profundamente familiar.
La experiencia de los medios latinoamericanos al enfrentar la censura, las campañas de difamación, el acoso judicial y las presiones económicas ofrece lecciones valiosas para los editores y periodistas estadounidenses.
La SIP debe ahora crear canales de intercambio para que los aprendizajes adquiridos en los momentos más oscuros de América Latina sirvan de guía a los medios estadounidenses que enfrentan este asalto sin precedentes.
Los desafíos a la libertad de prensa no son aislados; están interconectados a través de las fronteras.
Los ataques al periodismo en Estados Unidos resuenan a nivel global, alentando a líderes autoritarios en otras partes a intensificar la represión.
Nuestra respuesta colectiva debe ser reafirmar que la libertad de expresión es la piedra angular de la democracia, sea en Washington, La Habana, Caracas, Managua o San Salvador.
En este sentido, la SIP está en una posición única para convocar voces de todo el hemisferio, fomentando la solidaridad y reforzando la idea de que un ataque a la prensa en un país es un ataque a la prensa en todas partes.
Debemos redoblar nuestros esfuerzos para denunciar, documentar y resistir todo intento de silenciar el periodismo independiente mediante demandas, censura, coerción económica o violencia.
Esta asociación de prensa se mantendrá al lado de los medios estadounidenses, como ellos se han mantenido al lado de la SIP, ofreciendo la experiencia duramente adquirida de colegas que han resistido al autoritarismo en América Latina.
Asimismo, hacemos un llamado a los editores de Estados Unidos para que reconozcan que su lucha ahora es también la nuestra, y se unan a nosotros para fortalecer la resiliencia del periodismo en todo el hemisferio.
En última instancia, nuestra misión es clara e inquebrantable: defenderemos el derecho de los ciudadanos a estar informados, porque sin prensa libre no hay democracia.
Uno de los logros más importantes del último año ha sido la creación y consolidación de la Red Latinoamericana de Periodismo en el Exilio (RELPEX).
RELPEX nació de la decisión de la SIP de priorizar el apoyo a los periodistas y medios obligados a huir de los regímenes autoritarios en Cuba, Nicaragua, Venezuela y más allá.
La red ofrece a los periodistas exiliados herramientas, solidaridad y una plataforma para continuar informando a pesar del desplazamiento.
Porque el exilio nunca debe significar silencio, RELPEX reafirma que la verdad no puede ser exiliada.
Durante los próximos dos años, la SIP ha asegurado nuevos y sólidos recursos que permitirán a RELPEX expandir y fortalecer su apoyo, garantizando continuidad y resiliencia a los periodistas en el exilio.
Este esfuerzo posiciona a la SIP como líder mundial en la defensa no solo del derecho a informar, sino también del derecho de los ciudadanos a recibir información veraz, sin importar las fronteras.
Para el próximo año, he pedido a cada uno de los presidentes de comités que trabajaron con tanto empeño este año que continúen en sus cargos, porque creo que la continuidad y el tiempo son esenciales para su éxito.
Su disposición a permanecer es una señal de nuestro compromiso compartido de fortalecer la SIP, y juntos nuestro desafío será construir un mensaje fuerte, vibrante y duradero —uno que honre nuestro pasado y mire con firmeza hacia el futuro—, presentando a la SIP como una voz indispensable y relevante para todos los medios de las Américas.
Necesitaremos una hoja de ruta estratégica para los próximos años, que incluirá:
Finalmente, en mi primer mandato como presidente hace diez años, llamé nuestra atención sobre la necesidad de reconstruir la menguante membresía de la SIP en Estados Unidos, que comenzó a disminuir a medida que crecían los desafíos de la industria y se reducían las ganancias de los medios.
Muchas empresas periodísticas estadounidenses recortaron sus membresías y donaciones a la SIP, viéndolas como un ahorro fácil.
Aunque apoyaban la misión de la SIP de proteger la libertad de expresión en todo el hemisferio, la consideraban un gasto no esencial.
Después de todo, la prensa libre estaba garantizada de manera indiscutible y permanente por la Primera Enmienda...
O eso creíamos.
Hoy nos encontramos en un mundo diferente, y de repente el trabajo de la Sociedad Interamericana de Prensa es tan relevante e importante en los Estados Unidos de América como lo es en América Latina.
Es hora de renovar nuestros esfuerzos para aumentar la membresía en Estados Unidos.
Necesitamos el apoyo de las empresas de medios estadounidenses, y aunque quizá no lo sepan, ellos necesitan nuestro apoyo, nuestra experiencia, nuestro conocimiento en la lucha contra el autoritarismo.
El próximo año, sin duda, será desafiante, trascendental y posiblemente transformador.
Nosotros —todos los aquí presentes, unidos a través de esta organización— tenemos una voz fuerte y un mensaje claro.
¡Hagamos que se nos escuche!
Gracias.