Discurso - Robert.J. Cox

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Asamblea General
Lima, Perú
26 – 29 octubre de 2002

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Informe del Presidente de la SIP, Robert J. Cox, The Post and Courier, Charleston, Carolina del Sur ante la 58a. Asamblea General de la SIP Lima, Perú, 28 de octubre del 2002 Este ha sido un año de retos. Mi presidencia empezó bajo la sombra del ataque de Al-Qaida a Estados Unidos y pronuncié mi primer discurso como presidente en la ciudad de Washington ante la 57ª. Asamblea General. Esa reunión fue un desafío para nuestros miembros porque Washington se encontraba presa de miedo. El Pentágono había sido seriamente dañado por uno de los tres aviones comerciales que habían sido secuestrados y convertidos en misiles de muerte y destrucción dirigidos a las Torres Gemelas del World Trade Center de Nueva York y al Congreso o la Casa Blanca en Washington. Sobres conteniendo el mortal ántrax, o polvo blanco aparentando ser ántrax, empezaron a aparecer en el correo. Washington se encontraba sitiada por terroristas, reales o imaginarios. El temor era palpable. Ello no obstante, nuestros socios no tuvieron temor ni se amilanaron. Vinieron, a pesar de todas las dificultades para viajar en momentos de tanta tensión, desde todos los puntos del continente para mostrar su solidaridad con los Estados Unidos en una de las horas más aciagas para este país. Fue uno de los mejores momentos de la SIP. Y yo no podía esperar nada menos de los miembros de nuestra familia americana, ya que ellos mismos han desafiado el peligro para poder ejercer su vocación de periodistas. Ese momento de prueba fijó la norma para el resto del año, ya que nuestra sociedad tuvo que enfrentar una serie de retos en el hemisferio. Los principales retos se presentaron, y se siguen presentando, en Colombia, México y Venezuela, países en los que la libertad de prensa y la vida de los periodistas se encuentran, en diversa medida, en constante peligro. Son muchas las fuentes: terroristas de derecha y de izquierda, narcotraficantes y autoridades corruptas. Continuando con una tradición establecida por mis predecesores, encabecé varias misiones a países en problemas. Dos de estas misiones fueron realizadas conjuntamente con otras organizaciones de prensa internacionales. Viajamos a Bogotá, Colombia, luego de nuestra altamente exitosa reunión de medio año celebrada en la República Dominicana, con colegas de la Asociación Mundial de Diarios. A Venezuela fuimos dos veces. El viaje más reciente lo hicimos con una delegación del Instituto de Prensa Internacional, dirigida por su presidente, Jorge Fascetto, quien también ha sido presidente de la SIP. Nuestro personal, siempre tan bien informado, ha enviado 165 cartas de protesta a lo largo de este último año, lo cual es una muestra de que la SIP es constante en su defensa de las libertades básicas de la humanidad. Hemos respondido a desafíos para la libertad de prensa así como a amenazas contra periodistas donde quiera que se hayan presentado y seguiremos siendo vigilantes en el futuro. Lamento informar que en cuatro países las campanas han tañido por ocho periodistas que han sido víctimas de la violencia desde nuestra última reunión de marzo. Cuatro de ellos ofrendaron sus vidas en la lucha por la preservación de la democracia en Colombia, país que siempre está en alerta roja. Uno de los periodistas muertos fue el fotógrafo venezolano Jorge Tortoza, quien murió de un tiro cuando cubría los enfrentamientos entre partidarios del presidente Hugo Chávez y ciudadanos que demostraban en su contra. Desde esta importante tribuna aquí en Lima, Perú, hago una invocación al presidente Chávez para que deje de agredir verbalmente a los periodistas y evite cualquier incitación que podría causar la muerte de más personas, entre ellos periodistas, y que también podría activar una espiral de violencia que muy bien se podría convertir en una guerra civil. Los medios son los puentes de comunicación y comprensión que existen entre el pueblo y el gobierno y que sostienen a la democracia. Presidente Chávez, por favor. No queme esos puentes. A la luz de nuestra experiencia en Caracas, estamos sumamente preocupados por el brutal ataque a los periodistas, por parte de la policía, ocurrido en las afueras del Congreso el día antes de nuestra llegada a Lima. Felicito al Ministro del Interior, Gino Costa, por su rápida respuesta y su condena a lo que, espero, resulte ser un incidente aislado. Vinimos aquí a celebrar el restablecimiento de la libertad de prensa y disfrutar de la vigorosa diversidad de los medios en el Perú. Consideramos importante investigar este incidente y castigar a los responsables de una agresión aparentemente inexplicable por parte de la PNP. Pasando ahora a un reto muy diferente que enfrentó la SIP el presente año, deseo expresar mi agradecimiento a nuestros miembros por una maravillosa respuesta a un complicado conjunto de circunstancias que, por un momento, amenazaron nuestra situación financiera usualmente sólida. Tuvimos el temor que un gran activo, el nuevo edificio de la SIP, que lleva el nombre del difunto Jules Dubois, el gran corresponsal del Chicago Tribune y distinguido presidente de nuestro Comité sobre Libertad de Prensa, se pudiera convertir en un pasivo financiero. Esta pasajera pero grave presión sobre los recursos financieros de la SIP puso a prueba la lealtad y el compromiso de nuestros socios, así como de nuestro excelente personal. Su reacción ha sido magnífica. Me complace mucho expresar mi agradecimiento a todos aquéllos que nos ayudaron a recolectar más de medio millón de dólares en un tiempo tan corto para poder controlar esta emergencia. La generosidad y auto-sacrificio de nuestros socios nos llegó al corazón. En nombre de la SIP, quisiera expresar mi especial agradecimiento a la fundación Robert R. McCormick Tribune, a la que le debemos tanto, así como a la fundación Knight por su apoyo en un momento tan difícil. Debemos continuar con la recaudación de fondos, pero hemos sobrevivido a una cuasi-colisión con un témpano financiero y estamos navegando viento en popa. Hay tanto que podría decirles sobre esta magnífica organización que he llegado a conocer durante mis más de 30 años de asociación con la SIP y, más intensamente, durante estos 12 meses. Pero 30 años no son nada comparados con el récord de Claude Erbsen de The Associated Press, quien está nuevamente con nosotros. El asistió a su primera reunión como becario de la SIP en Bogotá, Colombia. Fue en 1960. ¿Alguien aquí puede superar esa marca? No cabe duda que quedan muchos retos por enfrentar. La SIP seguirá trabajando a favor de la causa de la libertad. Nuestro éxito más resonante en esta gran tarea durante el último año ha sido la consolidación de la primera fase del Proyecto Chapultepec, cuyo principal objetivo es garantizar el derecho a la libertad de información, expresión y opinión de todos los ciudadanos. Este año también empezamos a trabajar en la segunda etapa del Proyecto Chapultepec, cuya finalidad es mejorar las relaciones entre los medios y el poder judicial, para así garantizar la justicia para todos los ciudadanos. Quisiera aprovechar esta oportunidad para expresar mi reconocimiento a dos de los arquitectos de los Diez Principios de Chapultepec, nuestra “carta magna”. Son Jim McClatchy, el visionario, y Eduardo Ulibarri, una figura clave en la redacción del documento. Este último año me ha permitido apreciar plenamente el poder y el prestigio de la SIP. El poder proviene de la veracidad de nuestras informaciones. El prestigio proviene de los logros obtenidos por los 56 presidentes que me precedieron, los miles de grandes periodistas que crearon y alimentaron esta incomparable institución. Pero, la SIP también genera admiración y —no hay una palabra que lo exprese tan adecuadamente en inglés— “simpatía”. Nos sentimos conmovidos por la calurosa y cariñosa bienvenida que recibimos de ciudadanos comunes y corrientes, especialmente estudiantes, quienes nos confesaron su sed de información sobre nuestro trabajo durante nuestras presentaciones sobre Chapultepec. Su entusiasmo, expresado en las grandes multitudes que se congregaron en La Paz, Bolivia y, también, en la tensa Caracas, siempre me acompañarán. Así, también, nuestra floreciente nueva relación con los magistrados de la Corte Suprema, la cual empezó con una memorable cumbre en Washington, y ha continuado con reuniones igualmente fructíferas, tanto en Buenos Aires como aquí en Lima. Estos alentadores encuentros, tan calurosos y sinceros, nos llenan de esperanzas alcanzar una mejor sociedad, a través de un periodismo veraz y una justicia independiente. Cada vez más, al llegar al final de mis días como presidente, se me viene a la mente una frase que, tal vez, ya no esté de moda. Pero las cinco palabras que forman esta frase explican lo que somos: “La verdad nos hará libres.” Así sea. Ahora y siempre.

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